•    Identificar los límites de cuidarse, cuidar y dejarse cuidar.

• Identificar el plan de actividades de la vida diaria, con la mejor forma de llevarlas a cabo para cuidar, cuidarse y dejarse cuidar.

• Afrontar la soledad (o pérdida de vínculos) y la muerte como aspectos del cuidado.

•  Aprender a pasar del rol de cuidador a dejarse cuidar.

•  Documentar las condiciones físicas, interpersonales y emocionales de la vida en el hogar con el arte de cuidarse, cuidar y dejarse cuidar.

• Comprender que el cuidarse, tanto de manera reflexiva como de manera recíproca, debe ser una constante en nuestras vidas.

• Romper la falsa creencia de que el cuidado se ejerce de arriba hacia abajo y aprender a proyectarlo de manera horizontal en múltiples planos y direcciones.

Resultados de aprendizaje

Elaboración de una visión propia y crítica sobre las diferentes ponencias que componen el curso de verano.

Poder mediante argumentos o procedimientos elaborados, aplicar los conocimientos, la comprensión de los mismos y sus capacidades de resolución de casos relacionados con el tema del curso de verano.

• Parresía o ejercicio de la franqueza y verdad. Cuidarse a sí mismo o a otros requiere afrontar consigo mismo o con otros un espacio de franqueza y verdad que no es habitual ni trivial, sino que requiere del ejercicio de prácticas y habilidades que se adquieren con el entrenamiento. Mientras que la cultura contemporánea se basa en la propaganda y la publicidad (la información interesada), cuidarse y dejarse cuidar nos plantea habilidades, prácticas y tecnologías opuestas, que son abiertamente desinteresadas.

•  Reconocimiento de la Vulnerabilidad. Cuidar y dejarse cuidar se plantean a la inversa de las relaciones habituales de poder y dominación entre particulares e incluso respecto de nosotros mismos. Afrontar y valorar las limitaciones y vulnerabilidades propias y ajenas es otra técnica del cuidado.

• La comunicación para mejorar la calidad de vida y el cuidado. Hacer explícitas habilidades de comunicación frente a la táctica del silencio o la omisión de sí mismo. El cuidado requiere tomar explícitamente poder y responsabilidad sobre uno mismo como ser cuidado o como cuidador. Ello implica aprender a liberarse de sentimientos de reproches, abusos, de chantajes emocionales y resentimientos.

• Acompañando a la soledad.  En España 4,7 millones de personas viven solas y casi un tercio son mujeres mayores de 65 de años. Aprender a vivir en soledad con uno mismo es un verdadero arte, ya que social y culturalmente hemos sido educados para estar acompañados. El ideal es tener amigos, ser sociable, tener fuertes conexiones en nuestro entorno. No es fácil. Lo peor es el abandono y abandonarse. Morir puede ser triste, pero morir los unos para los otros antes de morir es mucho más triste. El arte de acompañar en el final de la vida y autocuidado.

• Acompañar a vivir la última etapa de la vida. Este proceso supone considerar la muerte como el fin de una biografía humana reconociendo lo específicamente humano. Pero ocurre que no sabemos hacerlo de manera que nuestra muerte no llega a vivirse siempre dignamente. Tenemos demasiado miedo al dolor y al sufrimiento, nos empeñamos en vivir la vida sin anticipar su final, en como si fuéramos inmortales; y como no llegamos a madurar nuestra propia muerte, morimos de modo inconsciente.