La educación actual se enfrenta a grandes retos, no solamente en
formación universitaria, para conseguir que los estudiantes sean competitivos
en un mundo cada vez más especializado y globalizado. Enfrentarse a cambios de
paradigmas, donde el modelo de educación debe optar por otras estrategias de
aprendizaje más allá de las puramente técnicas relacionadas con la memoria,
resulta imprescindible para lograr aprendizajes significativos. En este sentido,
el uso de
simuladores como herramienta de formación está siendo todo un éxito en diversos
sectores de negocio.
Durante años, la simulación asistida por ordenador ha jugado un papel muy
significativo en los programas de formación de importantes sectores de la
economía como la aviación o la industria militar. De hecho, los primeros
simuladores surgen en la década de los 60 con el objetivo de reducir el nivel
de error humano en los vuelos comerciales. Desde entonces el entrenamiento de
los pilotos es impensable sin un simulador.
Actualmente, el modelo de simulaciones asistidas por ordenador está
siendo utilizado con éxito en diversos sectores de negocio para el desarrollo
de una amplia gama de competencias. Una simulación parte de una reconstrucción de modelos de actuación reales y permite
tomar decisiones relacionadas con dicho modelo, minimizando el riesgo de tomar
decisiones erróneas. De esta forma, el usuario aprende por la experiencia, con
una base eminentemente práctica.
La formación basada en la simulación permite a los empleados aprender
haciendo o lo que es lo mismo, tomando decisiones en escenarios reales. Es lo
que se conoce como learn by doing, es
decir, aprender experimentando situaciones que parecen reales. Este tipo de
aprendizaje facilita esa adhesión o retención de la información y permite
aprender más rápido a la vez que facilita el desarrollo de una mayor intuición
a la hora de tomar decisiones reales.
Las barreras técnicas y los costes de desarrollo, han sido los dos
principales factores que, hasta ahora, han frenado la expansión de los
simuladores como herramienta de aprendizaje. Pero las nuevas tecnologías, así
como la creación de herramientas de autor específicas para simulaciones, están
abaratando significativamente los procesos de producción.
Así, podemos afirmar que el auge de los simuladores como pilar básico en
las herramientas de formación es ya una realidad.